¿Por qué pasan las cosas? ¿Es verdad que todo pasa por algo?

El otro día comentábamos lo curioso de la vida. Muchas veces los planes o las expectativas que tenemos no se cumplen, algo nos falla, hay algo que lo impide.

Y el hecho de que una cosa que teníamos planeada no suceda nos decepciona y desmotiva, nos hace sentir mal y maldecimos nuestra mala suerte, nos lamentamos de una vida tan injusta.

Y si lo piensas te darás cuenta de que siempre que algo no ha salido como querías lo que venía después, visto en el tiempo, era lo más conveniente que podía suceder.

¿Te has parado a pensar que, a veces, lo que sucede es para que aprendamos? ¿Por qué pensar que la vida quiere fastidiarnos? ¿Podría ser que nos dieran una nueva oportunidad?

No tenemos la capacidad de saber qué habría pasado si en lugar de eso hubiera ocurrido otra cosa, pero sí que podemos aprender de esa experiencia vivida, podemos aprender que tenemos la oportunidad de aplicar lo que hemos experimentado, podemos aprender que no siempre lo que pensamos que debe ocurrir es lo mejor para nosotras.

Por eso, si  miras hacia atrás, no para lamentarte sino para reflexionar, le encuentras un sentido a la vida, a las cosas que has vivido, a lo que te has encontrado a lo largo del camino. Y a veces, hasta puedes agradecer.  Casi siempre puedes agradecer.

Por supuesto que en la mayoría de las ocasiones no es algo inmediato, pero con una actitud positiva y sabiendo que ni todo lo malo ni todo lo bueno dura para siempre, podemos disfrutar de lo bueno e ir sorteando y aprendiendo de las experiencias menos buenas que nos depara la vida.

Esta actitud nos ayudará a conseguir nuestros objetivos, nos motivará a continuar y nos ayudará a ignorar, o mejor dicho a que no nos afecten,  los comentarios negativos de otras personas, que en su intención de “apoyarnos” intentan bloquear nuestra fuerza.

Seguro que has oído muchas veces la frase: “todo pasa por algo”, y realmente, si lo piensas te das cuenta que es muy real.