Hace un tiempo una amiga me dijo que cada noche, antes de dormir, recordara tres cosas buenas que me hubieran pasado durante el día y que diera las gracias por ello.

Esa noche, al meterme en la cama, pensé en lo que me había pasado de bueno durante el día y, sorprendentemente, tuve que esforzarme mucho. No encontraba nada digno de mención. Realmente había sido todo igual a lo que ocurrió el día anterior. Me di cuenta que me costaba reconocer esas cosas buenas.

Seguro que a ti también te ha pasado. Hacemos un repaso de nuestra vida y, aunque estemos bien más o menos, no encontramos nada que podamos destacar como bueno, extraordinario o maravilloso que nos esté pasando. Y es que todo se normaliza cuando se convierte en rutina.

Entonces te parece que no tienes nada que agradecer. Y no te das cuenta de lo importante que es ser agradecida para que la vida te sonría, para tener una actitud positiva, para atraer la fortuna y lo bueno que te espera.

Es muy habitual poner más atención en lo que nos ocurre y que tiene una connotación negativa o fastidiosa, pensar en que nos tenemos que levantar de la cama, pensar en ir a trabajar, pensar en el tráfico y buscar aparcamiento, pensar en aguantar al jefe o la jefa, etc,  y no tener en cuenta que tenemos una cama, que tenemos un trabajo, que tenemos un coche…

Esas y otras cosas positivas son las que tenemos que recordar cada noche y agradecerlas. En el agradecimiento encontraremos fuerza para seguir en momentos difíciles, un aprovechamiento mayor de la vida, ser más positivas, ser más abiertas.

Ahí te dejo un ejercicio que ayuda a ver la vida de otra forma, esta noche antes de dormir piensa en esas tres cosas buenas que te han pasado durante el día, y que no solo tienen que estar relacionadas con cosas materiales, también puedes haber disfrutado de una sonrisa de alguien, de un beso de una persona querida, del olor de las flores…

En otra ocasión reflexionaremos juntas sobre el agradecimiento y sus beneficios.

Hasta la próxima.

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