EL MIEDO
Seguro que conocéis la sensación de tener miedo. No me refiero a ese miedo que sentimos al estar solas en casa y escuchar ruidos, o al salir de noche y no ver a nadie por la calle, o al encontrarnos con algún bicho. Esos miedos están dentro de la “normalidad”.
Me refiero a esos otros miedos, que muchas veces ni sabemos que lo provoca, que disfrazamos para no reconocerlos y que impiden que hagamos cosas.
¿Cómo combatir algo que no reconocemos? ¿Complicadillo, verdad? Realmente sí. Y la conclusión a la que he llegado es que si no haces una buena reflexión sobre lo que te impide avanzar, desarrollar tu vida, alcanzar tu sueño, el miedo permanece como una barrera en tu camino.
En mi caso, que soy una miedosa de las segundas, voy poco a poco reconociendo y tratando de vencer mensajes irracionales como “y si no me sale bien”, “que dirá la gente”, “igual luego no quieren ir conmigo”, “me criticarán y no podré volver” “para que complicarme la vida”, “y si….”
Si observas detrás de cada mensaje hay un miedo. Miedo a fracasar, miedo a que la gente considere que no soy todo lo lista, o madura, o racional que tiene que ser una persona de mi edad, miedo a que dejen de quererme, miedo a salir de mi zona de confort (esa en la que no pasa nada y lo tengo todo controlado, pero no es la que me hace más feliz)
Toda la gente tiene miedo, incluso las personas que más éxito han tenido, pero ellas controlan su vida y no es el miedo el que lo hace. Se lanzan, asumen los riesgos, meditan sobre lo peor que puede pasar y se dan cuenta que lo pueden superar, pasan a la acción y viven en el presente, viven el momento.
Cuando ya llevaba unos años acompañando a las personas en sus proyectos, decidí hacer la página web, pedí ayuda a una experta y nos pusimos manos a la obra. Victoria, en las sesiones semanales de trabajo me marcaba tareas que debía llevar a cabo hasta la siguiente sesión.
Y yo siempre tenía una excusa para no hacerlas, que si el trabajo, que si los compromisos, etc. Note que alargaba el proyecto, que prolongaba el momento de llegar a la meta que yo misma me había marcado.
Tuve que reflexionar sobre lo que pasaba. Y vino la respuesta en forma de preguntas ¿Y si no le gusta a la gente? ¿Y si me dicen que cómo me atrevo a hacer algo así? ¿y si me critican? Y otras muchas. Eran mis miedos.
Reconocí que es probable que haya personas a las que no les guste lo que escribo, que otras criticarán mi decisión, que pondrán en entredicho mi preparación y mi experiencia, aunque también habrá a quienes les guste, quienes se sientan identificadas, etc. Asumí que no le puedo gustar a todo el mundo y decidí respetar ese sentimiento.
Recordé que en una ocasión al cambiar de colegio encontré una niña (entre nosotras ¡horrorosa!) que se metía conmigo, que me marcaba constantemente y que se reía de mí. Hubiera dejado con mucho gusto de ir a ese colegio. Un día llegué llorando a casa y le conté a mi madre lo que pasaba. Ella me preguntó si era toda la clase o esa niña concretamente. “No sólo esa niña”, le respondí. “Pues hija, ignórala y disfruta de las 27 restantes”.
¡Claro que es fácil decirlo! Intenté seguir la estrategia de mi madre y, aunque a veces fallaba un poco, resultó muy efectiva y no recuerdo si la niña se olvidó de mi o yo de la niña.
¿Nos cuentas tus miedos irracionales? Esos que no te dejan hacer las cosas que te apetecen mucho. Esos que te llenan la cabeza y que te incordian como mi compañera de colegio.
Que tengas una feliz semana