LISTA DE PROPOSITOS

Cuando cambiamos de año la mayoría hacemos una lista de propósitos con la intención de cambiar algunas cosas de nuestra vida. Puede ser escrita o puede ser sólo con nuestro pensamiento, da igual, la hacemos.

Recuerdo que hubo una época en la que el día 1 de Enero, mientras mi familia aún dormía,   me tomaba unos minutos para escribir esa lista. Al año siguiente hacía lo mismo y así hasta que me limité a copiar la de un año para otro.

La sensación no era agradable, era muy desmotivadora y  alimentaba la creencia de que no sería capaz de hacer lo que me propusiera, que no tenía fuerza de voluntad, que mejor dejarlo porque no iba  a hacer nada  ¡qué tontería hacer una lista de propósitos!

Si repaso la lista aún tengo algunas pendientes pero también han cambiado mis prioridades, ahora me conozco mejor, tengo más claros mis objetivos y reconozco los recursos que me pueden ayudar. Además ya tengo asumidos los “fracasos” como aprendizajes y no me apartan del camino, aunque me duelan.

De todas formas siempre me queda algo en el tintero, no siempre puedo llevar a cabo todo lo que me propongo, pero si consigo muchas cosas, y me siento bien por ello. He de reconocer que a veces soy “demasiado” entusiasta y me gustarían “demasiadas” cosas. Pero también es bueno pensar en grande.

En realidad la lista de propósitos  refleja la necesidad de cambiar cosas en nuestra vida, de determinar cómo hacerla más plena, en definitiva (aunque nos parezca cursi) ser más felices y cómo lograrlo.

Pues bueno, que me he planteado por qué esperar a la Navidad si podemos empezar ya. Septiembre es un mes ideal, empieza el curso escolar, mucha gente ha vuelto de vacaciones, empezamos una nueva etapa, así que ¿por qué no hacer ya nuestra lista de propósitos?

Empezamos por sentarnos y tener una reunión con nosotras mismas. Vamos a elaborar esa lista. De momento podrá  ser todo lo extensa que queramos, repasemos lo verdaderamente importante para nosotras, lo que realmente deseamos adquirir, hacer, conseguir. También podemos  ir meditando sobre cada punto para que nos queden los que van a repercutir más en nuestra vida, los que se ajustan más a nuestros propósitos.

A partir de aquí debemos definir bien las metas o propósitos, de forma real y anotando los beneficios que vamos a obtener. Se puede empezar poco a poco, si decido hacer ejercicio, podría destinar 15 minutos cada día al principio y a medida que se adquiere el hábito ir aumentando el tiempo de dedicación. Además, para no tener la posibilidad de abandonar, podemos hacer una prueba y determinar que horario es el mejor, que ropa tenemos que llevar, en qué lugar voy a realizarlo, etc.

Debemos recordarnos que estamos haciendo y por qué. Un aviso en la nevera, la agenda, un poster donde podamos visualizar nuestras metas, etc. Y además, hemos de recompensarnos por la consecución de las metas intermedias, en el ejemplo anterior, cuando pasemos de 15 a 30 minutos nos podemos “regalar” con algo que nos apetezca.

¿Qué te ha parecido? ¿Te animas a elaborar tu lista de propósitos?

Compártelo si te apetece.

Que tengas una excelente semana.

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